Las fuerzas gravitacionales hicieron el resto y dos estrellas se juntaron.
No era la primera vez que les pasaba, ya sendos reactores nucleares, de helio la primera y de hidrógeno la segunda, habían hecho vibrar el tejido espacio-tiempo en otras ocasiones, pero levemente.
Esta ocasión era especial, la de helio hacía un eon que agotó si primer combustible, a la de hidrógeno le quedaba un eon por terminarlo. Casi iguales de edad a escala del universo.
La danza conjunta dió dos tirones gravitacionales desgarrando materiales de sus cortezas, materiales de la nube gaseosa también se vieron afectados y se congregaron a su alrededor. Una danza tan antigua como el universo hizo que los fragmentos cayeran por el tejido espacio-tiempo y se fueran agregando.
Primero nacería de ese agregado cósmico un planeta que entraría a rotar en el punto intermedio de las dos estrellas.
Pero aún faltaban ladrillos entre las escaleras y dió lugar a un nuevo planeta que entraría a jugar con las órbitas dibujando un vaivén entre los 3 cuerpos celestes.
Ese tira y afloja del nuevo cuerpo gaseoso hacía las veces de nuevas sacudidas en el tejido espacio-tiempo, que como olas en el mar trae o se llevan materiales a la playa.
Pero la estrella hélica quería seguir brillando con luz propia y sin embargo también quería saber si el resto la seguíamos, eso iba más por el celeste hidrogénico.
Sabía que algún día los dos cuerpos gaseosos podrían salir del sistema y crecer a nuevas estrellas o desarrollar sus propias lunas y seguir de cerca la estela de algún progenitor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario