domingo, 4 de junio de 2023

El Latido Cósmico

De los restos de una Nova nacería este conjunto de nuevas estrellas. Algunas ya moribundas, algunas en media edad, otras con toda la vida por delante.
Las fuerzas gravitacionales hicieron el resto y dos estrellas se juntaron.
No era la primera vez que les pasaba, ya sendos reactores nucleares, de helio la primera y de hidrógeno la segunda, habían hecho vibrar el tejido espacio-tiempo en otras ocasiones, pero levemente.
Esta ocasión era especial, la de helio hacía un eon que agotó si primer combustible, a la de hidrógeno le quedaba un eon por terminarlo. Casi iguales de edad a escala del universo.
La danza conjunta dió dos tirones gravitacionales desgarrando materiales de sus cortezas, materiales de la nube gaseosa también se vieron afectados y se congregaron a su alrededor. Una danza tan antigua como el universo hizo que los fragmentos cayeran por el tejido espacio-tiempo y se fueran agregando.
Primero nacería de ese agregado cósmico un planeta que entraría a rotar en el punto intermedio de las dos estrellas.
Pero aún faltaban ladrillos entre las escaleras y dió lugar a un nuevo planeta que entraría a jugar con las órbitas dibujando un vaivén entre los 3 cuerpos celestes.
Ese tira y afloja del nuevo cuerpo gaseoso hacía las veces de nuevas sacudidas en el tejido espacio-tiempo, que como olas en el mar trae o se llevan materiales a la playa.
Pero la estrella hélica quería seguir brillando con luz propia y sin embargo también quería saber si el resto la seguíamos, eso iba más por el celeste hidrogénico.
Sabía que algún día los dos cuerpos gaseosos podrían salir del sistema y crecer a nuevas estrellas o desarrollar sus propias lunas y seguir de cerca la estela de algún progenitor.

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